jueves, agosto 27, 2009

La transformación más allá de la voluntad

Desde el punto de vista de la evolución, el ser humano fue pasando etapa tras etapa hasta dominar el ser instintivo inherente a sí mismo. Una de las herramientas, por así decirlo, ha sido la fuerza de voluntad por cambiar algo que ya necesita transformar.

La voluntad ha servido para bajar la exitación (corporal, emocional). Llamo exitación a ese estado psíquico que lo único que busca es sobrevivir a cualquier costo. No hace mucho tiempo la tolerancia a las diferencias era muy baja y se resolvía de una manera drástica: "a la hoguera".

El control de esta exitación está bien, pero opera en un nivel determinado, no en niveles más sutiles. Detrás de lo que se controla a través de la voluntad sigue funcionando esta exitabilidad. Esta manera no permite ir más allá de la dinámica de la exitabilidad ya que es excitación concentrada, disfrazada. Es como trasladar una excitación de un objeto más denso, más visible, a otro más sutil. Sin comprender el proceso, es decir, simplemente maquillaje.

La voluntad sirvió para que el ser humano llegue a ser pensante y de mente abstracta.

Ahora pensemos lo siguente. Yo modifico algo y pienso que ya está. Yo era así y ahora soy de esta otra manera. Pero el paso siguiente es que viene otro individuo y me pone a prueba. ¿Cómo? Actuando lo que yo era "antes". Entonces me enojo con ese otro y le hecho la culpa o, en el mejor de los casos digo: pobre, yo eso ya lo superé. El tema acá está en que a
lgo me remite nuevamente a mí mismo. Algo sigue estando activo en mí y creo que lo superé. Entonces controlarlo desde la voluntad tiene un límite, porque no puedo "controlar a otro" y obligar a que éste también haga un cambio.

Entonces la pregunta es ¿Realmente comprendí el proceso? ¿Ese cambio fue total?

Un nuevo paradigma consiste en la comprensión profunda y ésto incluye al otro. Entre otras cosas, porque ese otro en lo profundo soy yo mismo.
Un Yo que incluye al otro. Un Yo-Vincular.


2 comentarios:

Nieves Recio dijo...

Gracias por tu reflexión, pues si, es cierto, una cosa es conocer el nudo y otra ver que ya desapareció, y esto último lo sabes, cuando la cuestión en concreto ya no resuena en ti, ya no te malesta en el otro :)

Diego I. Pacheco dijo...

Me gustó mucho la analogía del nudo, la voy a citar en mis entrevistas. Gracias Nieves por tus palabras.